Soy Oriol Roca y estoy en Australia. Pero mañana sábado vuelvo a casa. Vine aquí para jugar la fase previa del Open de Australia, pero no he podido disputarla. No me he lesionado, ni tampoco he tenido problemas físicos. Sencillamente me he quedado a un punto en el ranking de poder entrar a la fase previa. Eso sí, la experiencia me ha valido para reafirmar mi idea que es donde quiero estar y donde disfruto y me siento realizado como tenista.
Tomé la decisión de viajar al Open de Australia después de completar un buen final de temporada. En 2014 gané seis Futures y conseguí unos cuartos de final en el Challenger de Sevilla, por lo que me apunté a la previa del Open de Australia en diciembre. Estaba convencido de que con mi ranking (261º ATP) entraría en el cuadro de la ‘qualy’. En años anteriores, tanto Carballés (274º) como Enrique López-Pérez (280º) habían entrado al cuadro con un ranking más alto que el mío y sabiéndolo con más de una semana de antelación. El día que me apunté tenía trece jugadores por delante mío, aún no se habían asignado los Wild Cards y faltaban tres semanas para el torneo. Lo más lógico y probable era que entrara, pero viajaba con la incógnita.
La espera ha sido especialmente dura. Los nervios de mi primer Grand Slam, unidos a que viajaba sin saber a ciencia cierta si iba entrar en el cuadro, me produjeron estrés y vómitos la semana anterior. Mi estómago se resintió, pero era una ilusión que tenía y no la podía ver desaparecer de primeras. El jueves ocho de enero tomé un vuelo rumbo a Melbourne para llegar el nueve por la noche y así poder entrenar cuatro días antes de competir, si entraba en el cuadro de la fase previa. Como preveía, al dar los Wild Cards y añadidos a las bajas que se produjeron, me quedaba a dos puestos en el ranking de entrar. El sábado, Marin Cilic anunció que se daba de baja para el torneo. Quedaban tres días para el inicio de la fase previa y yo era el siguiente jugador en la lista.
Entrené todos los días para ponerme a punto, y todos mis compañeros (Jordi Samper, Enrique López Pérez, Iñigo Cervantes, etc.) estaban convencidos de que iba a entrar porque faltaban tres días y era habitual que se dieran bajas de última hora. Pasaban los días y no habían noticias. Revisaba el mail por si llegaba algún correo de la ATP, por si alguien se caía de la lista y estaba atento a las noticias y declaraciones en la prensa. Del Potro decidía viajar y Rosol, a pesar de que nacía su hijo, también decidía competir. Se quemaban mis últimos cartuchos a pesar de que lo tenía prácticamente todo de cara.
Viajar a Australia tiene un coste muy elevado, pero una vez allí se soluciona todo si compites en el torneo. Nada más aterrizar, te dan un cheque de 2.500 dólares para gastos de desplazamiento (en 2012 era de 1.000 dólares) y te pagan 300 dólares al día para que te puedas costear las comidas y el hotel. Además, el prize money está subiendo cada año y por disputar la primera ronda de ‘qualy’ te llevas 3.900 dólares. Posiblemente es uno de los torneos que mejor trata a los jugadores. Sale más a cuenta que Roland Garros y compensa venir.
Pero finalmente me he quedado fuera del cuadro de la fase previa a pesar de tener los mismos puntos que otros tres tenistas el día de cierre. El motivo, haber disputado más partidos. Firmé de alternate pero el miércoles se me cerró también esa puerta. Por un punto me quedaba fuera de disputar la ‘qualy’ del Open de Australia por primera vez. En ese momento se te pasan por la cabeza partidos del año que si hubiera ganado, estaría dentro.
A pesar de no haber podido disputar la fase previa del Open de Australia y haber perdido dinero, ha sido un viaje para darme cuenta de que vale la pena ir a jugar un Futures con pistas malas y bolas de entrenamiento usadas. Estoy donde quiero estar y donde me siento tenista. No compensa económicamente, pero te sientes realizado. He estado unos días en Australia con los mejores del mundo y me han tratado como uno de los buenos. El nivel de los jugadores es altísimo y he podido entrenar con jugadores que rozan el top 100 del mundo.
Eso sí, hay algo que destacaría por encima de todo en mi primera experiencia en un Grand Slam: el ambiente que se respira es totalmente positivo. Todo son buenas caras y facilidades por parte de la organización. Es lo principal, el trato, lo que lo diferencia de otros torneos. En un Grand Slam como el Open de Australia son conscientes de que tienen a los mejores del mundo y nos cuidan bien por que quieren, no por obligación, siempre con una sonrisa. Bolas nuevas en cada entrenamiento, toallas, y repito, buenas caras. Te sientes realizado como tenista. En cambio, en algunos torneos Futures parece que hasta molestas. No puedes utilizar el gimnasio, no dan bolas nuevas o sencillamente, no disponemos de la cantidad suficiente de pistas para calentar. Y eso se nota. No se puede comparar el Open de Australia con un Futures, pero hay factores que sí deberían ser los mismos. Y el principal es el trato humano al jugador.
Ya estuve en el Open de Australia siendo júnior. Pero es ahora cuando te das cuenta lo grande que es esto y cómo cuidan al detalle a los mejores jugadores. Ahora estoy en la sala de jugadores del Rod Laver Arena, con nuestro comedor y una zona exclusiva de jugadores. Cuando vine hace cuatro años, los júniors estábamos en la Hisense Arena y comíamos con los recogepelotas y los liniers. El trato es totalmente distinto y vuelvo con buenas sensaciones.
En este inicio de temporada voy a volver a disputar torneos Futures. Quiero coger el ritmo en los cinco que hay en España antes de la gira europea de Challengers en tierra batida. Mi objetivo es asentar mi juego al nivel de los Challengers y dejar definitivamente de jugar Futures. Lo que tengo claro es que ahora no me voy a ir a Sudamérica a pesar de que por calendario sería la mejor opción. Todavía tengo que compaginar los torneos que me compensan económicamente y los que debería jugar por nivel. Si las cosas no me salen como espero en Sudamérica y en tres meses me quedo sin presupuesto, ¿qué hago?
Intento viajar el máximo número de semanas solo, sin entrenador, pero se echa de menos una persona en la grada apoyando. Normalmente nos lo costeamos entre varios si vamos a un mismo torneo. Si ganas un Futures puedes irte con 400 dólares ‘arriba’. Además cuesta que las marcas te apoyen. He visto jugadores en Australia con marcas que es imposible llevar en España aunque tengamos el mismo ranking. Solo se apoya a los que son realmente ganadores y sólo se mira al presente. Si cuando Nadal pierde tres partidos ya es un filete, qué no vamos a ser nosotros… Si no ganas torneos cada semana…
También jugaré por equipos en Alemania y España. Es fantástica la labor que hacen desde el Real Club de Tenis Barcelona porque conocen de las necesidades que tenemos los jugadores. Pagan más de lo que deberían. Yo, gracias a los equipos, he ganado cerca del cuarenta por ciento del prize money conseguido en toda la temporada. Y eso que en Alemania solo he jugado cinco partidos. Pero en España no hay una liga de clubes potente. Este año lo he cerrado con 24.000 dólares ganados, a los que hay que restar gastos de viajes y entrenadores.
Vuelvo de Australia con muchas cosas claras. Sé que vale la pena hacer estas cosas para ver que es donde yo quiero estar, donde me siento tenista y donde disfruto. Vale la pena cualquier sacrificio y cualquier Futures al que tengas que ir a jugar con pistas malas y bolas malas y con frío, para poder estar en Australia con los buenos y siendo tratado como un jugador creo que merece. La gente nos ha venido a ver, nos han tratado bien y con una sonrisa. Sigo con esta idea. Subir el nivel para mantenerme y estar cada vez más cerca de los buenos, que para eso jugamos.